Larry Cohen es sinónimo de buen gusto, de una excelente
aventura garantizada, su genio y creatividad logran agarrarte de los huevos
desde el minuto cero (cómo pocos pueden hacerlo). Nadie sabe mejor que Cohen
como arrancar un film (escrita y dirigida por él). No es su película más
celebrada, pero merece una repasada, desde luego.
Josh Baker (Eric Roberts) es un solitario y excéntrico
dibujante de comics que trabaja para Marvel (con cameo de Stan Lee incluido),
un día decide encarar a la hermosa mujer que ve transitar todos los días por
las calles de New York. Su chamuyo es interrumpido cuándo Cheryl (la muchacha
en cuestión) cae semi-desmayada en la calle, un siniestro doctor (que está
viendo la escena desde su limusina) inquiere a través de su radio “que vaya la
ambulancia ya”, a ésta la cargan los camilleros, no sin antes decir su nombre
completo, pero Josh no la oye por completo. Luego, tras las negativas de todos
los hospitales, que reniegan de haber recibido a tal paciente, Josh se embarca
en la búsqueda de su chica. Una suerte de organización mafiosa está
secuestrando diabéticos para extraños experimentos en las calles de New York,
transportados por la ambulancia.
Fantástica película, ¿por qué? Porque mantiene un gran
ritmo, muy prolijo, muy ameno, una narrativa maravillosa, porque (cómo siempre)
transforma un guión bizarro en una obra muy buena y llevadera. Los personajes
por hilarantes que sean por momentos, son muy divertidos y carismáticos, hasta
el mismísimo Roberts (discutido a veces). Un thriler con tintes cómicos y con
momentos geniales, mucha conspiración y misterio. No tengo más nada que decir,
gran película, larga vida Larry, larga vida. Trailer
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